Elegir fotógrafo para tu boda no es solo una casilla más en la lista de proveedores: es decidir quién contará tu historia para siempre. Y sin embargo, muchas parejas cometen el mismo error una y otra vez, dejándose llevar por criterios equivocados que terminan en decepción.
El error más común: decidir solo por precio o por lo “bonito” del Instagram
En un momento en que todo entra por los ojos, muchas parejas se enamoran de un feed atractivo en redes sociales o se lanzan a contratar al fotógrafo más barato de los que tienen “buena pinta”. Pero una boda no se resume en 15 fotos editadas con filtros. Lo que realmente importa es cómo se cuenta el conjunto de tu día.
Un reportaje completo dice más que cualquier galería en redes
La mayoría de fotógrafos solo muestran sus mejores momentos en Instagram. Pero una boda es un día largo, con momentos en interior, exterior, con sol, con lluvia, de día y de noche. Ver un reportaje completo es clave para entender si ese fotógrafo puede mantener un nivel coherente y emocional a lo largo de toda la jornada.
Conectar con la persona detrás de la cámara es fundamental
Las fotos no solo dependen de la técnica, sino de la conexión. Si el fotógrafo no sabe anticiparse, respetar los momentos íntimos y generar confianza, eso se nota en cada imagen. No basta con que sea “bueno”, tiene que encajar contigo y con tu forma de vivir el día.
El estilo no se improvisa
Yo no adapto mi mirada a cada pareja. Trabajo con un estilo definido: natural, documental, honesto. Atraigo a quienes entienden y valoran eso. Si un fotógrafo dice que se adapta a todo, probablemente no tiene una voz clara. Y eso, a la larga, se traduce en un reportaje que no cuenta nada verdadero.
¿Cómo evitar ese error?
- Pide ver un reportaje completo (no solo el top 10 de fotos de cada boda).
- Habla con tu fotógrafo antes de reservar. No basta con seguirlo en redes.
- Fíjate si sus fotos te hacen sentir algo, si tienen alma, si hay coherencia.
- No elijas por moda o porque “lo tiene todo el mundo”. Elige porque te representa.
Una boda no se repite. Merece la pena confiar en alguien que sepa contarla con verdad, con sensibilidad y con mirada propia.
